El SÍMBOLO DE LA ZARZA ARDIENTE EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA
«Y Moisés miró, y he aquí, la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía» (Ex 3:2).
por Aaron Denlinger
EN 1583, UNA PEQUEÑA SOCIEDAD de ministros y ancianos hugonotes se reunió en la ciudad noroccidental de Vitré para la realización del duodécimo sínodo nacional de la naciente Iglesia Reformada de Francia. La mayor parte de su tiempo juntos lo dedicaron a solidificar las relaciones con iglesias reformadas en países vecinos y a juzgar las cuestiones referentes al bautismo y el matrimonio que habían surgido en iglesias particulares desde su sínodo anterior. En medio de estos asuntos más apremiantes, los presentes llegaron a la curiosa decisión de que su iglesia debía tener un sello oficial, algo que pudiera ser estampado en los dictámenes oficiales de sus sínodos, sirviendo como marca de autenticidad y autoridad de dichas resoluciones a las congregaciones individuales en toda la nación.
No tenemos detalles acerca de quién exactamente propuso o diseñó el sello que finalmente adoptaron estos líderes hugonotes, pero sí tenemos descripciones contemporáneas de cómo este lucía. En su centro estaba la zarza ardiente descrita en Éxodo 3, aquella zarza desde la cual Dios habló a Moisés y finalmente reveló Su nombre: «YO SOY EL QUE SOY». En el corazón de la zarza, el nombre de Yahvé estaba grabado en letras hebreas. En forma de arco alrededor de la zarza estaba la frase latina Flagror non consumor: «Yo ardo en fuego, [pero] no me consumo».
La decisión de incorporar la zarza ardiente en el sello oficial de la Iglesia Reformada de Francia fue probablemente influenciada a raíz de las observaciones hechas por el reformador Juan Calvino en su comentario sobre el libro de los Hechos. Comentando específicamente sobre Hechos 7:30, que hace referencia al encuentro de Moisés con Dios en el desierto del Sinaí, Calvino había observado que la zarza ardiente constituye una metáfora o imagen especialmente apropiada de la Iglesia militante a través de los tiempos. La Iglesia está constantemente sujeta, en palabras de Calvino, al «fuego de la persecución», y sin embargo, de acuerdo con la promesa de Cristo (cf. Mt 16:18), se mantiene siempre «sin ser consumida hasta la ceniza», sostenida no por su propia fuerza sino por la presencia de Dios en medio de ella.
La descripción de Calvino de la Iglesia y los sufrimientos que debe soportar, representada simbólicamente por la zarza ardiente, habría resonado profundamente entre los líderes hugonotes reunidos en 1583. La fe reformada era ilegal en Francia, y los creyentes reformados franceses habían sido sometidos a un trato severo en las décadas anteriores. La persecución había alcanzado su punto máximo once años antes con la masacre del día de San Bartolomé, un episodio en el que miles de protestantes reformados en París y otras grandes ciudades del país habían sido masacrados por sus convicciones. Así, la imagen de la zarza ardiente —señalando, al menos como Calvino la veía, tanto el sufrimiento que el pueblo de Dios soporta como la presencia sustentadora del Dios Todopoderoso— habría naturalmente apelado a ellos como un emblema adecuado para su iglesia.
Estos líderes reformados también pueden haber tenido motivos controversiales para incorporar la zarza ardiente en el sello de su iglesia. La Iglesia de la pre-Reforma había encontrado su propio significado en la zarza ardiente, sugiriendo que servía como un tipo o imagen profética de María, la madre de Cristo, quien —al igual que la zarza ardió en fuego pero permaneció íntegra— dio a luz al Hijo de Dios pero permaneció siempre virgen. Esta supuesta analogía entre la zarza ardiente y María había sido explotada en el arte religioso medieval; por ejemplo, una famosa pintura del artista francés del siglo XV, Nicolás Froment, que ahora se encuentra en la Catedral de Aix, muestra a María sosteniendo al niño Jesús en el centro de la zarza ardiente. Cuando los líderes hugonotes en Vitré abrazaron la zarza ardiente como un emblema de su iglesia, tal vez estaban simultáneamente dando un golpe a la excesiva devoción a María que caracterizaba a sus contemporáneos católicos romanos, devoción regularmente justificada sobre la base de referencias bíblicas bastante tenues respecto al papel de María en la economía de la salvación.
De hecho, puede que también estuvieran atacando la veneración idolátrica que sus homólogos católicos romanos rendían a las imágenes religiosas, ya que, como se ha señalado, la supuesta relación de María con la zarza ardiente se representaba frecuentemente en las obras de arte que adornaban las iglesias de sus contemporáneos católicos romanos. Curiosamente, estos creyentes reformados franceses no tuvieron reparos en reutilizar la zarza ardiente como un ícono de importancia religiosa en la correspondencia oficial de la iglesia o, posteriormente, en sus propios lugares de adoración. Presumiblemente, su comodidad con el uso de esta particular imagen religiosa provenía de la noción de que era muy improbable que se convirtiera en un objeto de culto idolátrico.
Cualesquiera que hayan sido los motivos precisos para adoptar la zarza ardiente como sello de su iglesia, esa decisión de los líderes reformados franceses en 1583 tuvo consecuencias perdurables. La zarza ardiente ha sido el emblema oficial de la Iglesia Reformada de Francia desde entonces. Y, lo que es significativo, las iglesias reformadas de otros países siguieron finalmente el ejemplo de los hugonotes, incorporando la imagen en sus propios sellos y emblemas oficiales.
En Escocia, esto sucedió en gran parte de manera accidental. Poco después de que se restableciera el presbiterianismo en 1690, la Iglesia de Escocia (el Kirk) encargó a un impresor de Edimburgo llamado George Mosman la impresión de los registros de sus asambleas generales anuales. Mosman se tomó la libertad de incluir en la portada de la primera y subsiguientes publicaciones de Actas de la Asamblea una imagen circular de la zarza ardiente, con la frase latina superpuesta Nec tamen consumebatur («pero la zarza no se consumía») y colocada —al menos en una versión temprana— contra un fondo cuadrado con cardos escoceses en cada esquina. Al parecer, las autoridades del Kirk no se opusieron a ello, quizás porque estaban familiarizados con el uso del símbolo de la zarza ardiente por parte de la Iglesia Reformada de Francia y porque lo consideraban un emblema apropiado para su propia iglesia a la luz tanto de los sufrimientos que habían soportado como de la protección divina de la que habían disfrutado a lo largo del siglo anterior. De hecho, la zarza ardiente había figurado como una imagen literaria del Kirk y sus perpetuas luchas en los escritos de prominentes covenanters escoceses como Samuel Rutherford. Entonces de manera informal y extraoficial, la zarza ardiente se convirtió y ha seguido siendo el símbolo de la Iglesia de Escocia, llegando a tener un estatus oficial. Uno de los lugares más interesantes en los que la imagen ha aparecido en la historia del Kirk escocés es en las monedas acuñadas, llamadas «fichas de comunión», que las sesiones del Kirk de siglos pasados confiaban a aquellos que eran debidamente examinados por sus líderes para ser admitidos en la Cena del Señor.
A medida que el presbiterianismo se extendió por el mundo a partir del siglo XVII, especialmente a través de los emigrantes escoceses, típicamente llevaba consigo alguna versión de ese símbolo adoptado por el Kirk escocés. Hoy en día, la zarza ardiente figura en las crestas oficiales de iglesias presbiterianas en Irlanda, Irlanda del Norte, Canadá, Brasil, Australia, Nueva Zelandia, Taiwán, Singapur, Malasia, África oriental (Kenya y Tanzanía) y África meridional (Sudáfrica, Zambia y Zimbabwe). Las iglesias con relaciones históricas más inmediatas al Kirk escocés, como la Iglesia Libre de Escocia y la Iglesia Libre Unida de Escocia, también han conservado alguna forma del emblema de la zarza ardiente. Sin embargo, la zarza ardiente no ha figurado en las crestas oficiales de las denominaciones presbiterianas en los Estados Unidos ni en las iglesias presbiterianas de otros lugares fundadas predominantemente por influencia estadounidense, como las de Corea del Sur.
Pero la imagen de la zarza ardiente con todo lo que significa —el sufrimiento de la Iglesia en esta época, la presencia permanente y preservadora de Dios en medio de la Iglesia, y, en última instancia, la autorrevelación de Dios a Su pueblo— sigue manteniendo una presencia en el mundo reformado de los Estados Unidos. Aparece en varios proyectos de alcance de Ministerios Ligonier, el ministerio educativo cristiano fundado por R.C. Sproul. Así, por ejemplo, uno ve el emblema de una zarza ardiendo en las páginas del estudio bíblico diario de la revista Tabletalk. La imagen aparece de manera aún más prominente en el diseño de La Biblia de Estudio de La Reforma. Usado en estos contextos específicos, el emblema de la zarza ardiente sirve para conectar a los cristianos reformados de todo el mundo que utilizan estos recursos con una larga tradición de creyentes reformados que han abrazado y encontrado consuelo en esa imagen, y para recordarles que Dios está con Su pueblo (Dt 31:8; Mt 28:20), y en última instancia los sostiene, a través de tiempos de prueba y de gozo, por medio de Su Palabra revelada.