Introducción a La Biblia de Estudio de la Reforma
por R.C. Sproul
La Biblia es un libro. La Biblia puede ser considerada como una colección de libros agrupados en un volumen majestuoso. Como libro, está diseñada para ser leída. En este sentido, es como todos los demás libros. Pero en aspectos importantes, la Biblia no es como los demás libros. Es el Libro de los libros. Acostumbramos a llamar a este libro la Santa Biblia. Su santidad se encuentra en su absoluta distinción. Es un libro sagrado porque trasciende, se destaca y está por encima de cualquier otro libro. La Biblia es santa porque su Autor supremo es santo; es santa porque su mensaje es santo; y es santa porque su contenido está diseñado para hacernos santos.
La Biblia es un libro inspirado; es decir, «dado por el aliento de» Dios (2 Ti. 3:16). Es inspirada en una manera que va más allá de la inspiración de los artistas humanos. La Biblia ofrece más que una perspectiva brillante, más que sagacidad humana. Es llamada «inspirada» no por su modo de transmisión sobrenatural a través de autores humanos, sino por su origen. No es meramente un libro acerca de Dios; es un libro que proviene de Dios. Por lo tanto, la Iglesia verdadera confiesa su confianza en que la Biblia es vox Dei, la verdadera «voz de Dios».
La Biblia es un libro normativo. La Iglesia ha declarado correctamente que la Biblia es la «norma de normas y sin norma». Una norma es un estándar, una vara de medir por la que se juzgan las cosas. Podemos usar estándares inferiores para regular nuestras vidas, pero todas esas regulaciones deben estar subordinadas a la Escritura. Ser la «norma de normas» es ser la norma superlativa, el estándar por el cual todas las demás normas son medidas. La Biblia no es simplemente la «primera entre iguales»; otros estándares no se equiparan a ella. Así como Jesús es exaltado como Rey de reyes y Señor de señores, así también nos sometemos a Su Palabra como la norma de normas, el estándar de la verdad y la regla infalible para el pueblo de Dios.
Dios es el Señor de los cielos y la tierra y solo Él puede imponer obligación absoluta sobre Sus criaturas. Él hace esto a través de la Palabra escrita. Los reformadores del siglo XVI reconocieron esta autoridad única de la Biblia, expresándola en el lema sola Scriptura, «Solo la Escritura». Los reformadores no despreciaron otras autoridades ni negaron el valor de la tradición y los credos, pero distinguieron la autoridad singular de la Biblia, la única regla infalible de fe y práctica.
Dios llama a cada cristiano a buscar la justicia. Nuestra confianza debe ser como la de un niño, pero nuestro entendimiento debe ser maduro. Esa confianza y entendimiento requiere el estudio de la Palabra de Dios. El discípulo auténtico medita en ella de día y de noche. Nuestro objetivo es más que el conocimiento; es sabiduría, fruto de la obediencia interna y externa. Es nuestra oración que La Biblia de Estudio de La Reforma ayude a los estudiantes de la Biblia en su entendimiento de la Escritura para que puedan andar sabiamente delante del Señor en toda sabiduría.
La Biblia de Estudio de La Reforma se llama así porque se atiene a la tradición reformada de la versión original de la Biblia de Ginebra del siglo XVI. En la Ginebra actual, en Suiza, se construyó un muro conmemorativo dedicado a la Reforma del siglo XVI. Este Monumento Internacional de la Reforma está adornado con estatuas de los grandes líderes Juan Calvino, Teodoro de Beza, Guillermo Farel y Juan Knox. Alrededor de estas figuras está la frase post tenebras lux: «Después de las tinieblas, la luz».
La luz de la Reforma fue la luz de la Biblia. Lutero tradujo la Biblia, que en su época podía ser leída casi exclusivamente por profesionales que sabían latín, al alemán cotidiano que podría ser leído por la gente común. John Wycliffe y William Tyndale tradujeron la Biblia al inglés. Sin embargo, hubo una oposición sustancial a estos esfuerzos en Inglaterra. Tyndale fue quemado en la hoguera en 1536, y más tarde, la Reforma fue suprimida durante el reinado de María I (1553-58). Se impuso la misa católica romana, no podían llevarse a cabo servicios en inglés y los sacerdotes tenían prohibido casarse. Doscientas ochenta y ocho personas fueron quemadas vivas, incluyendo al arzobispo de Canterbury, Thomas Cranmer.
Estas persecuciones llevaron a los exiliados de Gran Bretaña al continente europeo. Muchos de los eruditos más capacitados entre ellos fueron a Ginebra. Allí emprendieron la tarea de preparar una nueva traducción de la Biblia en inglés. Esta nueva traducción, la Biblia de Ginebra, fue publicada en 1560 y fue cuidadosamente diseñada para que fuera precisa y comprensible. Fue la primera Biblia inglesa que utilizó divisiones en versículos, dado que estos son «muy provechosos para la memorización» y para encontrar y comparar otros pasajes. Incluyó también notas de estudio explicando la Escritura basada en los principios interpretativos recuperados durante la Reforma.
La Biblia de Ginebra fue la traducción más utilizada en el mundo de habla inglesa durante cien años. Fue la Biblia utilizada por Juan Bunyan, Oliver Cromwell, Juan Knox y William Shakespeare. Aunque la Biblia del rey Jacobo (King James Bible) fue publicada en 1611, no sustituyó a la Biblia de Ginebra sino hasta cincuenta años después. Fue la Biblia de Ginebra la que los peregrinos y puritanos trajeron a las costas del Nuevo Mundo. Fue utilizada por muchos colonos norteamericanos que la leyeron, la estudiaron y buscaron vivir por su luz.
Desde que la Biblia de Ginebra fue publicada, una multitud de traducciones y Biblias de estudio han aparecido. El presente volumen pretende volver a la claridad y el poder de aquella importante traducción. Al presentar una reafirmación moderna de la verdad bíblica de la Reforma en sus comentarios y notas teológicas, La Biblia de Estudio de La Reforma tiene como objetivo continuar con el legado de la Biblia de Ginebra al hacer brillar la luz del cristianismo bíblico que fue recuperada por la Reforma.
La tradición reformada entiende el cristianismo bíblico como «la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos» (Jud. 3). Creemos que esta fe está expresada en los credos ecuménicos comunes a todas las tradiciones cristianas, junto con los distintivos de la Reforma que son el resultado de aceptar la Biblia como la suprema y única autoridad infalible para la fe y la práctica. Creemos que estos credos ecuménicos y las confesiones de la Reforma proporcionan a la Iglesia un resumen completo de la doctrina de las Escrituras. Las palabras de la Biblia son verdaderas y su mensaje es poderoso. Transmite la promesa infalible de Dios, su Autor, de que no volverá a Él vacía, sino que ciertamente cumplirá Su propósito (Is. 55:11).